Intuyo, porque no puedo
saberlo todo, que el resto de los personajes o personas, según ellos, que
conforman esta pintoresca historia, recibieron también un telegrama parecido en
la parte del mundo donde se encontraran en ese momento. Milarepa iba recibiendo
llamadas en su monte, conforme el sobresalto de los telegrafiados se hacía
evidente. Su don telepático y otros poderes mentales, igualmente efectivos, le
permitieron saber la personalidad y pensamientos de esas personas, a quienes
conocería muy pronto. Eso era algo que Milarepa sabía muy bien. Cuando en el
futuro conocería a persona concreta o entidad personal, alguien llamaba a la
puerta de su mente –toc-toc- entonces él abría y allí estaba la persona
desconocida, con sus pensamientos y sentimientos, de momento ajenos a su
memoria y a su corazón, pero que con el tiempo formarían parte de su vida,
aunque fuera solo un momento. Le sucedía desde que era muy jovencito, casi un
niño, y su maestro, el lama Remposé, le había advertido que eso era algo
natural en las personas evolucionadas. Su mente se adelanta al futuro y así
pueden conocer antes de tiempo a quienes acabarán cruzándose en su camino antes
o después.
Este era el caso de un tal
doctor Sun, discípulo de Jung, quien tras una azarosa vida había recalado en el
Hotel de los disparates, primero, y allí fue reclutado por un millonario
excéntrico para dirigir como psiquiatra y jefe médico la dirección de la
desconocida clínica mental, llamada Crazyworld, cuya historia se narra en otra
parte.
El telegrama lo recibió el
doctor Sun a bordo del crucero “Alegre pandilla”, solo que en inglés, un idioma
que desconozco y no me voy a poner a hora a buscar en Google su traducción al
inglés. A mí me lo dijeron en español y así queda. Dicho crucero estaba lleno
de locos, de locos millonarios, claro, porque los locos normales nunca van en
crucero. No es mi función explicar las razones, quiero que simplemente sepan
que tras los asesinatos cometidos en Crazyworld, el millonario dueño del
sanatorio y de la finca decidió embarcar a todos los pacientes en un crucero de
lujo, para dar la vuelta al mundo, mientras se amortiguaba el escándalo
generado por el conocimiento de un sanatorio mental para millonarios locos del
que nadie había oído hablar, que no pagaba impuestos y no estaba registrado en
ningún organismo público.
Me disculparán que me ahorre
el trabajo incordiante de citar a todas las personas que fueron recibiendo el
mentado telegrama a lo largo y ancho de las horas de dicho día y días
subsiguientes y concomitantes. A lo largo de esta narración, larga como un día
sin pan, y tan surrealista y real como la historia del propio Don Quijote, que
escribiera Cervantes, irán conociendo a todos ellos, con su perfil sucinto y
sus prolijas biografías no autorizadas, por supuesto, que aparecerían tiempo
después en los archivos secretos de la nueva sociedad o holding internacional
que se creara a raíz de que todos ellos entraran en posesión de la donación del
millonario Slictik, quien exigió que sin la creación de una fundación sin ánimo
de lucro, par ayudar a todas y cada una de las necesidades globalizadas de
nuestro mundo ni el holding sería posible ni entraría nadie en posesión de los
millones de dólares donados. Menos mal que el Sr. Aladro, abogadro y
copartícipe en el holding, encontró la fórmula de hacer compatible la
existencia de la nueva sociedad, de la fundación y de la evasión o
tergiversación o ahorro de impuestos.
Debo decir, antes de que
cualquier lector despistado se pregunte por mis fuentes de datos, si son
fidedignas o no, que tuve acceso a las biografías no autorizadas de estos
personajes, así como a otros papeles sellados con el muy conocido sello de
“top-secret”, e incluso a documentos antiguos que se consideraban perdidos y de
los que solo hablaré si es necesario. Y todo ello gracias a mi aventura
sentimental con Maribél, la superconocida top modél. Me disculparán por sacar a
la luz pública algo que debería permanecer en el ámbito más privado e íntimo de
cada persona, pero cómo me iban a creer ustedes sino identificara mi fuente. El
resto es pura debilidad humana. ¿Cómo podría yo vencer la tentación de anunciar
a bombo y platillo, percusión y orquesta, una aventura erótica que muchos,
todos, o bueno, casi todos, hubieran dado los ahorros de su vida y hasta una
pierna o brazo o incluso la cabeza, que para poco sirve en estos tiempos, si
con ello hubieran logrado acostarse con la mujer más bella, esplendorosa,
sensual, piramidal, de curvas más potentes, la más “buenorra” y “macizorra” de
toda la historia humana después de Marilyn Monroe. Y que me perdonen las
feministas, si quieren, y sino que no lo hagan, pero es la verdad, la pura
verdad y no me arrepiento de lo dicho.
Maribél es la mujer más
hermosa del mundo, la más explosiva después del explosivo plástico, la más
despampanante después de las narices de Cleopatra, y lo que algunos machistas
pensarán es una tomadura de pelo, pero es cierto, lo juro, y la más inteligente
y culta del planeta, por encima de todos los machos cultos e inteligentes que
han sido nunca en la historia humana. Y no lo digo yo solo, a quien ciega su
belleza y a quien ha vuelto “turulato” su cuerpo desnudo entre mis brazos
(¡uff, me va a dar un infarto!), su amante apasionado durante un tiempo y
desesperado desde entonces, sino que también lo dice la prensa rosa (El “Ola
del mar” en su edición monográfica sobre ella, dice, y cito textualmente: nadie
se explica cómo una mujer tan bella pueda ser tan inteligente al mismo tiempo)
y el resto de revistas del corazón, que no vamos a citar y pueden ver los
elogios de todos los machos de pacotilla en Play Boy, todos los que llegaron a
conocerla, más o menos íntimamente, quienes dicen entre otras lindezas: me
alegra haber pasado por tonto a su lado con tal de haber disfrutado del más
sensual cuerpo de la historia humana.
Pero ya conocerán a esta diosa
en su momento. Ahora me veo obligado a “finiquitar” esta presentación por
razones de espacio y tiempo, y tal vez hasta de dimensión (me he salido de ella
al hablar de Maribél). Esto lo haré de inmediato, aunque no sin antes hacerles
saber que la mayoría de quienes recibieron el telegrama acudió de inmediato o
lo más rápidamente posible, incluido Milarepa, al rascacielos de Montparnás y
allí permanecerán durante meses, esperando su parte en la cuantiosa donación
del millonario Slictik. En dicho edificio nadie sabía nada y tan solo un
guardia de seguridad muy extraño y que dijo llamarse Karl Future, les permitió
el paso, previa acreditación en debida forma y se desentendió luego de ellos,
por lo que muchos buscaron sitios para dormir y saquearon los frigoríficos de
las plantas y las cocinas del restaurante existente en la planta baja. No puedo
decirles aún si el tiempo que pasaron allí, antes de entrar en posesión de la
donación y de formar el holding y la fundación mencionados, terminó con todas
las existencias, obligándoles a saquear los restaurantes cercanos o si por el
contrario, pudieron sobrevivir hasta que el nuevo holding compró una cadena de
alimentación. Y no puedo decírselo porque no es el momento, no porque no lo
sepa. Lo que sí estoy en condiciones de mencionar es que yo fui el único que se
vio obligado a comer en los bistrots más baratos del barrio porque Karl Future
no me permitió el paso, alegando que yo no era uno de los personajes de
Slictik, y por lo tanto mi intromisión no sería bien recibida. Gracias a
Maribél que una noche salió a cenar a un bistrot, más que nada por despejar la
cabeza, y tuve la suerte de que fuera el mío, y tuve la increíble suerte de que
aceptara cenar conmigo, y luego ocurrió el milagro de que accediera a acostarse
conmigo en mi modesto hotel. Pero esa es otra historia, pito y repito.
Y es así como permanecen un
mes tras otro, peleándose constantemente entre sí. La gendarmería parisiense
hace acto de presencia cada dos por tres. Les ha detenido repetidas veces por
escándalo público, pero se ha visto obligada a ponerles de inmediato en
libertad dado el guirigay que arma el millonario Slictik cada vez que esto
sucede.
Por estos y otros motivos el
rascacielos, propiedad de un tal Slictik (millonario excéntrico donde los
halla) hecho acreditado ante la
comisaría parisina por un conocido bufete de abogados que presentó en su
momento escrituras públicas de compraventa, es conocido ya, con mucha sorna,
como “La Torre de Babel”.
Muchos de sus huéspedes se
entienden en español, algunos en inglés y otros en idiomas tan variopintos como
desconocidos. Están en total desacuerdo con todo o casi todo, excepto en
presentar como salvoconducto un telegrama de Slictik con el que se creen con
derecho a todo.
Las cosas no mejoraron hasta
que, poco antes de Navidad, hizo acto de presencia en el hotel un monje
tibetano, vestido con la consabida túnica azafranada, quien dijo llamarse
Milarepa y les exhortó a cuidar de sus almas, de su espiritualidad y a
comportarse como hermanos. Entonces alguien repartió algunas hojas escritas en
un ordenador portátil e impresas con un sello y logotipo de una empresa “Grupo
Slictik, empresas variadas asociadas”. En dichas hojas se anunciaba que el
rascacielos era suyo y de todos los que aparecían en la lista adjunta, como se
confirmaría en escritura que les sería entregada tan pronto se pusieran de
acuerdo y llegaran a formar una sociedad
o fundación altruista.. Se les advertía de que nadie podría pedir la
venta del rascacielos y el reembolso de la parte correspondiente. Las condiciones
de la donación de Slictik eran drásticas:
-El rascacielos sería de todos
o de ninguno.
-No podría ser vendido,
pignorado, hipotecado o alquilado.
-Es condición inexcusable la
creación de una empresa o fundación en la que todos sean socios a partes
iguales. Parte de sus ganancias se dedicarán a fines sociales y entre sus
numerosos planes y metas siempre tendrá que haber alguno dedicado al bien de la
humanidad, en general.
-Aparte del bien inmueble, o
sea el rascacielos, existen otros bienes, tales como deduda pública y otras
inversiones en la Societé du Credit Française, que podrían ser empleados por la
nueva fundación “ad limitum”.
-El millonario Slictik les da
las gracias.
Se adjunta una larga perorata
en la que se dice, entre otras cosas, que ellos son sus personajes, creados en
el tiempo libre que le ha dejado su intensa dedicación a los negocios. Es la
primera vez que su faceta oculta de escritor sale a la luz y es su mayor deseo
que todos y cada uno de sus personajes sean felices, a su manera, en conjunto y
de forma solidaria. Confiesa que desconoce cómo unos personajes de ficción
pueden llegar a tomar carne y hueso, llegando a ser tan reales o más que el
mismo autor, pero eso es así. Ha sucedido y no hay nada más que hablar ni decir
al respecto. Por su parte él se limita a cantar aquella canción que dice: “La
vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ¡ay ay!
En su condición de benevolente
y prolífico padre ha decidido unirles para siempre mediante un anzuelo en el
que todos picarán. En estos tiempos que corren, nadie, nadie, ni siquiera
Milarepa, renunciará a la posibilidad de blindar su futuro económico. “Ad perpetuum et in signo aeternitatis”.
Que por su parte él no podía
considerarse su dios, aunque alguno se lo pidiera de rodillas. Había caído en
la tentación diabólica, dedicando parte de su tiempo a escribir, en lugar de
emplear la totalidad del tiempo mortal que se le había concedido a generar
riqueza para sí mismo y empleo temporal para los demás, y no era de extrañar
que de tan diabólica decisión naciera algo tan demoniaco.
Que nunca le buscaran porque
nunca le encontrarían y etc. Etc.
Todos se asombraron de
semejante disparate. ¿De dónde había sacado aquel loco que ellos eran sus
personajes? Sin embargo nadie renuncia a ser director, legales e
intransferibles herederos de semejante fortuna. Ni siquiera un alma tan grande
como Milarepa, quien vio colmados sus deseos kármicos de fundar una escuela
espiritualista y de difundir la verdad de que todos somos hermanos en el Todo,
sin dificultades económicas ni cortapisas de ningún tipo.
Aprovechando la cercana
Navidad todos decidieron celebrarla en el rascacielos denominado Torre de
Babel. Aunque esa es otra historia que se narra en los papeles que me fueron
facilitados por Maribés, después de un largo e intenso beso a tornillo, que me
supo a mieles.