jueves, 16 de marzo de 2017

ARCHIVOS DEL VIEJO HOTEL XI

          ARCHIVOS DEL VIEJO HOTEL XI



   DIFERENTES HOTELES EN DISTINTAS DIMENSIONES

Cuando acepté este duro trabajo de cronista, muy bien remunerado, por cierto, único o casi único motivo que me impulsó a esta disparatada aventura, casi tan delirante como las aventuras del bueno de don Quijote, tuve que soportar algunas humillaciones que no habría aceptado por un cheque con una cifra menor del que constaba en él. Me dijeron que era solo un anticipo, que en cuanto terminara la crónica, o al menos ésta hubiera avanzado lo suficiente para que mi mecenas comenzara a creer en mí, recibiría otros cheques aún mayores. Dicho documento público de pago estaba firmado por un tal Slictik, de quien nada sabía y nada supe hasta que advertí que, entre la aplastante y apabullante documentación que se me hizo llegar, existían documentos sin aparente relación, tal vez una confusión de una mano poco cuidadosa. Al parecer el tal Slictik es un millonario tan excéntrico como cínico, que se puede permitir el lujo de perder unos millones en tareas estúpidas, en aventuras surrealistas, en fundaciones perfectamente legales pero también perfectamente evitables.

Entre las numerosas humillaciones que sufrí, la mayor de ellas fue, sin duda, el verme obligado a que una mano anónima ocultara mis ojos con una venda, que dicha mano me condujera fuera de la estancia donde tuvo lugar la reunión preliminar, tal vez un casting de cronistas, y me hiciera subir a un vehículo que supuse limusina por la amplitud y el bar que se puso a mi disposición. La ruda mano oprimió mi nuca para hacerme bajar la cerviz, tal como he visto numerosas veces en los telediarios que las fuerzas del orden hacen con los detenidos, supongo que para que luego no puedan acusarles y pedirles responsabilidades civiles subsidiarias por un chinchón o herida en el cuero cabelludo. El vehículo me condujo, dando vueltas y más vueltas, a lo que supuse era un aeropuerto, a juzgar por el inconfundible estrépito y ruidos aéreos perfectamente identificables. El viaje fue ameno gracias a que la mano que me perseguía, y que de inmediato identifiqué como perteneciente a un fornido guardaespaldas o matón, me libró de la venda y una bella y encantadora azafata me ofreció bebida y cuanto necesitara dentro de unos límites decorosos.

Así pues desconozco dónde me encuentro, supongo que se trata de un sótano porque no veo la luz, tal vez los extensos archivos de alguna de las múltiples fundaciones del millonario Slictik. En cuanto haya llegado a la mitad de esta crónica estoy pensando en pedir, suplicar, exigir, que se me porte, como sea o consideren oportuno, hasta el mismísimo hotel de los disparates, suponiendo que siga existiendo, o al menos al país de la Alegría, suponiendo que no sea un invento, para que de esta forma pueda alojarme en una de las famosas suites del legendario hotel y visitar y palpar los lugares que se describen en los documentos de esta crónica.

Mientras llega ese momento me apresuro a escribir y describir, apresurándome todo lo que está en mi mano, porque la estancia en este lóbrego lugar se hace cada vez más aburrida y hasta terrorífica, no en vano llevo una temporada creyendo escuchar voces en el aire, como procedentes de otra dimensión o dimensiones, a veces creo atisbar figuras ectoplasmáticas, yo diría que fantasmales, que aparecen de pronto, por un agujero dimensional en el aire y se ponen a caminar y charlar como si yo no estuviera presente. He llegado a la conclusión de que el hotel está o estuvo o estará en varias dimensiones a la vez y en distintos tiempos. He deducido que el primer hotel era más bien pobretón, como una pensión para pobres, que luego se transformó en un hotel de superlujo, gracias a la inyección financiera del millonario Slictik y otros magnates de las finanzas. En otra dimensión desconocida he creído atisbar un rascacielos que he situado en París, La France, con el nombre de Torre de Babel. Me da en la nariz que todo esto, y más cosas, son debidas a la mano que mece la cuna, en este caso la del millonario Slictik, quien por lo visto no tenía nada mejor que hacer que dedicar su tiempo, esfuerzo y divisas a esta especie de proyecto dimensional sin pies ni cabeza.

Como se me ofrecieran todos los medios que necesitara, solicité grabadoras de última generación, muy sofisticadas, cámaras infrarrojas o lo que fuera, capaces de grabaciones de ectoplasmas y fantasmas, y todo tipo de artilugios que me permitieran el trabajo más llevadero, al tiempo que pudieran probar la existencia de esta pirámide dimensional o de este hotel de los disparates, existente en diferentes dimensiones y tiempos. Lo que no se me concedió fue una secretaria para aliviarme de puros y rutinarios trabajos burocráticos. La razón que se me dio fue que una secretaria me distraería y que secretario me daría demasiado palique, aparte de que no lo había pedido.

He decidido escribir una serie de capítulos estructurando el hotel en diferentes dimensiones y tiempos, tal como yo lo veo actualmente. Para ello mezclaré lo que haya que mezclar, esperando que este cóctel no contenga algún elemento químico que haga explotar todo, acabando conmigo o proyectándome a otra dimensión de la que no me sea posible escapar.

Esta voz fue captada en el aire, tal vez procedente de otra dimensión. Alguien parece estar hablando con alguien y sugerirle algo que no acabo de entender. Entre los documentos más viejos uno de ellos parece tener relación con esta psicofonía. Se titula el cementerio de Lenn, no sé por qué ni si viene a cuento o no, porque nada me hace pensar que dicha psicofonía procediera de algún cementerio o camposanto.



Querido amigo: Te voy a dar algunas ideas para tu pesonaje humorístico. Lo puedes ir trabajando con tiempo puesto que aparece en el congreso y aún queda un poco. No recuerdo si habías elegido a algún secundario. Si no es así te puedo dar algunas ideas. Dime también si quieres participar en la escena del casino con algún personaje.

     En cuanto al Sargent Pepper o como al final quieras llamarlo. Creo recordar que te gustaba el humor negro. Podemos empezar a esbozarlo para que nos hagamos una idea de cómo funcionará como humorista. Puede ser joven, la ropa y la forma de moverse tiene que ser idea tuya. No sé exactamente cómo te gustaría que fuera. Si es joven se supone que su humor es bastante rebelde, de choque. Se mete con los políticos porque no le gustan nada los trapicheos que tienen para engañar a la gente.

    Tenemos que buscar una fórmula para expresar su humor. Podría ser, si te gusta, una especie de transformista que convierte a políticos conocidos o ficticios en monstruos de la mitología del terror. Me estoy refiriendo a Drácula, Frankestein, el hombre lobo, etc. De esta manera los políticos a parodiar llevarían una vida normal durante el día y por la noche se reunirían en un cementerio como lo que verdaderamente son. Es decir, pongamos por caso un presidente de algún pais. Durante el día realizar sus funciones con toda normalidad, pero por las noches escapa de sus escoltas y se reune en un cementerio al que podríamos poner nombre y describir. Allí asume su verdadera naturaleza, de vampiro, hombre-lobo, etc y habla con los restantes personajes sobre cómo va la política y lo que de verdad quieren hacer. Sería algo así como la política gobernada por terroríficos monstruos, eso sí muy divertidos.

     En cuanto a los antecedentes y la biografía del personaje, puedes ir pensando en cómo llegó hasta el humor. Por ejemplo le gustaban los comics de monstruos y las películas de terror. Cuando fue reconocido como adulto no podía dejar de imaginar a los políticos que veía por la televisión como esos monstruos de los comics o las películas de terror. En su casa se dedicaba a disfrazarse y aterrorizar a la familia. Hasta que ésta, cansada de aguantarle, le buscan un mánager para que lo exhiba por salas de fiestas y cabarets. De esta manera se hace también un golfo, aparte de humorista.

     Si te parece la idea puedes ir trabajándola, si crees que prefieres otra idea o cambiar algunas cosas, me puedes dejar tus ideas para que podamos trabajarlas un poco.

    En cuanto a la escena del casino. Si quieres participar. Podrías asumir el control de algunos personajes. Estoy pensando en hacer que el hotel tenga unos sótanos especiales para guardar mascotas de los clientes caprichosos. Allí habría un encargado, un viejo domador de circo retirado, que es convencido por los niños para que les deje sacar a sus mascotas la noche del follón en el casino. Allí aparecería este personaje intentando reducir a los animales y a los niños. Confírmame si te interesa la idea o te gustaría cualquier otra, como un tahur o fullero profesional que intenta reclutar gente para un poker privado, o cualquier otro personaje que te imagines.

   En cuanto a participar en el Parnaso como un dios. Puedes ir pensando en ello, en el nombre, en qué tipo de dios te gustaría ser y en cómo controlarías a tus personajes. Hay tiempo para ello. Pero puedes dejar que la imaginación vaya trabajando cuando se siente un poco inquieta. Dale a morder a alguno de tus personajes para ver qué sale.

Este escueto documento, más moderno, parece indicar que en el nuevo hotel, o sea el lujoso, existió un periódico en exclusiva para los huéspedes. Lo que se puede constatar y lo haré a su debido tiempo puesto que tengo en mi poder algunos ejemplares del mismo.



Estuvieron presentes: Cyrano, Bosques de laureles, Franlend, Vicenti_ka, Tormenta, Slictik, Ingeniero, carlos_lebon, aunque pocos de los aistentes, por motivos de horario o laborales o particulares, participaron activamente
Se abordaron solo dos puntos del temario, quedando los demás, como temas de la próxima reunión. Los mismos fueron:
1) Continuar con el punto ya tratado en reunión anterior PREGUNTAS MAS FRECUENTES que estaría en el espacio "Socorro" evaluando las preguntas que ya fueron sugeridas y su ordenamiento. Distribución de preguntas a efecto de ser contestadas
Este punto abarcó la casi totalidad de la reunión. Respecto a esto, después de abordar los lineamientos generales que debían tener las preguntas y de analizar las respuetas de doce de las mismas, se concluyó que dada la limitada concurrencia a la reunión, el muy lento análisis de las preguntas una por una y la imposibidad de repartirlas entre solamente los pocos asistentes, la idea más práctica era que adminsitración remita por correo las preguntas que contestaría cada Sección, consensuándose en que fuesen relatadas en primera persona, es decir, desde el lugar del usuario. Dichas pregutnas ya fueron remitidas por mail.
3) Redacción de un periódico digital: Se aprobó la creacion del mismo, y se facutó a César (Slictik) para que coordine con Freddy la forma de instrumentarlo, abriendo los foros que stime necesarios para tal idea. Cabe acotar que se hizo hincapié en que sería una iniciativa a mediano plazo y los pasos que se den, necesariamente deben tenerlo en cuenta.




Y esta es una grabación completa de una escena que se reprodujo ante mis cansados ojos, una noche especialmente agotadora, puesto que había trabajado todo el día sin parar y aún continuaba cuando el reloj de pared de este sótano dio las doce campanadas de media noche. Tengo la sensación de que pertenece al viejo hotel, o sea, el de los pobres, y que se coló desde aquella dimensión espacio-temporal hasta la mía, tal vez debido a que mi mente agotada sirvió de antena parabólica.

Intenté recrear la dramatización, desde cierta focalización en Matilde. Pero claro, es relativo. Creo que cierta distancia es más importante para ciertos momentos de humor.
Lo dejo a consideración, en Borrador






RELATO PARTE II

Aunque es obvio, porque las letras son diferentes en cada nombre, a fin de no repetirme en los diálogos, tenemos los personajes así:

Damas: Caballeros
Filo (F) Olegario (O)
Matilde(M) Irre (I)
Agustín (A)
Dr. Filidor: Dr.
El conserje y el botones, por ahora no intervienen demasiado, pero también empiezan con letra diferente si lo necesito.

Olegario Brunelli, aunque más calmado, se deja llevar por el botones a los amplios sillones del hall central, y desparrama junto con su voluminoso cuerpo, el nerviosismo de los momentos vividos hace tan poco tiempo.
De lo que no se ha dado cuenta, es de que el botones le ha encasquetado el peluquín, como le ha parecido, y hay una parte que le tapa media mejilla. Pero si no lo ha notado él, que sólo quiere reposar, menos lo ha notado el muchacho.

Apoyándose una en la otra, muy nerviosas, tomadas de la mano como dos niñitas asustadas (Matilde sigue llevando el bolso y los libros en la mano libre), Filo y Matilde se acercan, en un estado lamentable de maquillaje corrido, pañuelo extraviado y ropa torcida que acompañan con la cara desencajada de las dos. Van custodiadas por la amabilidad expansiva del conserje, a una mesita, en donde las esperan unas infusiones que el conserje supone tranquilizantes, aunque le da igual, ya que su mayor orgullo es poder controlar la situación, y esa es la meta; no importa cómo la logre.
En ese momento llega Agustín, con el café que se había ido a buscar, cubierto de ceniza, del que o bien él fumó a medias, o taza y cenicero son una misma cosa.
Lo alarma el hombre-peluquín casi exánime sobre un sofá. Pero cuando mira a la mesa de las mujeres que, todavía tomadas de las manos (sobre todo ahora que Matilde ha podido descargar bolso y libros sobre una silla adicional), y al ver estado de su Filo, se alarma.
A-¡Pero qué es todo esto! ¿Qué ha pasado? ¡Ni que hubieran visto a un fantasma!
Se acerca a Filo, con cariñosa preocupación
A- Pero qué te pasa, por qué estás así, Filo, por favor. Contáme.
Filo suelta sus manos de las de Matilde, gesticula, se aferra a Agustín:
F -¡Nooooooooooooo!¡No puedoooooooo! Todo es...
Se ahoga un poco, inspira, carraspea, vuelve a inspirar y sigue con un tembleque tonto en la voz:
F: -No sé, el señor venía (señala a Olegario), venía de un lado, creo, yo de otro, me parece, y nos chocamos, y la dentadura...
Matilde le acaricia la espalda:
M –Tranquila, Filo. Tranquilo...
F: -Y me falta el pañuelito rojo, qué vergüenza, encima quedo despareja...
Ahora se prende de Matilde:
F: - Y por suerte, que esta señora me trata de calmar, me dice que me va a ayudar, no sé, no sé.
La voz de nicotina aguardentosa:
M: -Sí, Filo. Mire, ahora nos tomamos estos tecitos. Yo tengo otros preparados más específicos, pero los tengo en mis maletas, luego se los alcanzaré. Por ahora, tiene que pensar, que fue un lamentable accidente, pero va a ver que...
A esta altura, los ojos de Matilde se cuelgan, como su pensamiento.
M- Ya va a ver que... –repite buscando el hilo de la cuestión, pero el ovillo vuela en una nube.
Abre el bolso gigante, saca el multipastillero también gigante, y se queda pensando qué hacer. Opta por una pastilla de un celeste muy bonito. Sólo que no es la adecuada.
Entonces, como si una descarga eléctrica le hubiera recorrido el cuerpo de un solo golpe, le sale a borbotones y de improviso, un llanto desconsolado, y se desparrama sobre el pecho de Irre.
I: (no entiende nada en realidad, entiende que tiene a una mujer al borde del abrazo. Y eso calza perfecto para él. Muy melosamente, la estrecha sin disimulo.
I: -No llore, bella dama, las cosas no están tan mal como parecen. Y tenga en cuenta que tiene a su lado a un caballero dispuesto a cualquier cosa por verla sonreir.
La aparta un poco (no demasiado), y mira los ojos mojados de Matilde:
I:- Vamos, porfi. Una sonrisa,¿sip?
M: (volviendo al abrazo sobre Irre)- ¡Ayyyyyyyyyyy!¡Es que no sé por qué lloro! Todo es tan confuso.
Claro, es también confuso también para sus ojos miopes y llenos de lágrimas. Cuando ve a Olegario, ya francamente relajado sobre el sofá, se altera:
M: -¡Ayyyyyy! ¡Ayyyy! ¿Pero qué hace ese pobre hombre, tirado sin sentido y con una araña enorme en la cara?
Y arranca el llanto de nuevo:
M: -Ay, Filo, ya me lo decían las cartas...
El conserje ha hecho traer nuevas infusiones, y dice en voz fuerte, para que todos lo oigan:
C: -Recuerden que ya he llamado personalmente al Dr. Filidor, médico del hotel. Excelente médico, se los aseguro.
A: (un poco malhumorado) -¿Y qué? ¿Viene en carreta? ¿No ve cómo están las señoras?
C (profesionalmente conciliador): - Está al llegar. Estaba atendiendo un parto en el piso quince. Pero ya viene. Ya viene.
Viendo que Matilde está más descontrolada, hace sonar los dedos mirando al botones, que en un tranco está a su lado. Le susurra:
C: -Pibe, un vaso de agua helada para la señora. Y rápido.
No es necesario que lo repita. Si hay algo que apasiona al botones, es la velocidad. Desaparece antes de que el mismo conserje se dé cuenta.

Olegario nota el defecto del peluquín, pero está más calmado. Lo acomoda en su lugar, y decide aprovechar para trabar nuevos conocimientos y saludar a todo el mundo. Primero, como caballero que es, saluda a las damas:
O: -¿Me permitirían besar su mano? Olegario Brunelli, el humorista number one, a su servicio.
F (saliendo de su estado de shock) –Encantada. Y discúlpeme.
Tiende la mano como para estrechar la de Brunelli, pero él la toma suavemente y besa el dorso de la mano. Gesto fastidiado de Agustín. Evidente alborozo casi ingenuo de Filo.
F: -Encantada. Y discúlpeme por lo del choque. Soy Filomena Marturano, pero me dicen Filo.
M: -¡Buaaaaaaaa! (se abraza a Olegario)-No sé lo que me pasa!
O: -Cálmese, querida amiga. Todo tiene remedio en la vida, menos la muerte.
Aunque Olegario piensa que deberá mandar limpiar su traje, de la catarata de base de maquillaje, baba de lápiz de labios rosa Sensual for you, aunque el nombre él no lo sabe, y rimel que Matilde derrama a granel, se contiene. Pero le habla a Filo:
O: -Tiene nombre de filósofa, querida amiga.
En ese momento, llega el Dr. Filidor, poniéndose un saco, como si hubiera terminado de vestirse en el ascensor..
Dr.: -Señores, señores, ¿qué no puede uno entretenerse ni para traer una nueva vida?¿Qué ha sucedido?
M: (in crescendo) -¡Ayyyyyyyy, doctor, que se me va la míaaaaa!
Y se aprieta a Olegario, que le palmea suavemente la mejilla, por no zamarrearla, y la sienta a la mesa.
El botones, a la misma velocidad que se ha ido regresa con una jarra de agua helada, e infusiones de repuesto, por las dudas. Sirve un vaso, que ofrece a Matilde.
Matilde toma de a sorbitos el agua, entre sollozo y sollozo, y Filo, de su taza, pero menos alterada.
Matilde, abandonada por Olegario, ahora le llora al doctor:
M: -¡Ay, doctor, doctor!¡Qué angustia tan existencial!
O: (a Filo) –Y usted, señora, ¿cómo está?
F: -Bueno, un poquito más tranquila, ahora que ha llegado el doctor, y usted es tan amable.
Dr: (a Matilde) –Señora, no se apure. La angustia existencial la padecemos todos los que existimos. Tómese unos traguitos más de agua.
M: (insiste) –Bueno...¡Pero esta es la peor de tooodaaaas!
Bruscamente, hace silencio. Se queda quieta.
M: -¡Mi pastillero!
Olegario se dirige a Irre. Le estrecha la mano.
O: -Querido amigo, Olegario Brunelli para servirle. ¿Es usted humorista?
I: -Efectivamente.
Matilde ha volcado el bolso, el bolso ha escupido al pastillero, el pastillero ha escupido un arco iris de pastillas. Afortunadamente para más de uno, además de Matilde, toma la pastilla blanca.
O: -Será un placer charlar con usted, querido amigo. ¿Cómo dijo que se llamaba?
I: -Irreverente, amigo, pa lo que guste mandar.
Entre tanto, Filo se ha acercado a Matilde y le ayuda a acomodar, de cualquier modo, el pastillerío desparramado.
Agustín, que no ha probado ni el café ni las cenizas, contempla todo con estupor y con rabia.
O: (a Irre) -¿Quién le puso ese nombre? Parece que no pudo ser un preste.
I: -Bueno, así me llaman los chochamus del barrio. ¡je, je!
Olegario se acerca a Agustín, y observa el café lleno de ceniza mientras le estrecha la mano.
O: - Y usted, querido amigo, ¿le gusta el café con ceniza?
A: (diluye el fastidio con un tonito entre irónico y fanfarrón) –Bueno, la verdad no mucho, pero, ¿vio?, esto del canto me tiene mal. Es una vieja receta que decían que usaba Gardel para cantar Cosas de artistas, nomás.
O: -Vaya, conque usted es artista.
A(rápido, aprovechando el tema) –Sí. Actuamos juntos con mi querida Filomena, desde hace años.
O: -Pues permítame invitarle al congreso de humoristas que se celebrará a lo largo de dos semanas en el Salón de Actos del hotel. Y por supuesto, hago extensiva la invitación a todos ustedes.
F: -¡Qué bien, Agus! Gracias, Sr. Brumel, ehhh Bumel... Sr. Brunelli.
I: -Asias, amigo. Naturalmente, pensaba participar.
A esta altura, Olegario se sirve la infusión y la bebe con calma, al tiempo que acepta un cigarrillo a Agustín. Irre estira la mano para tomar otro cigarrillo sin haber sido invitado.
Las damas entablan conversación con el Dr. Filidor, el conserje y el botones, que en lo íntimo se está divirtiendo a lo grande, aunque no se le nota, porque es un buen discípulo del conserje. Viendo que todo está calmado, estira la mano a Olegario buscando la propina. Olegario se la estrecha muy calurosamente y le invita también al congreso.


ESCENA A

Olegario, Irreverente y Agustín.

Agustín le ofrece otro cigarrillo a Brunelli.
A: - Oiga, amigo, fúmese un negro. Hacen bien a la salud.
O: -Gracias, amigo, nada como el humo para que se encienda el humor.
I: -Gracias, compadre, realmente me viene bien.
O: (a Irre) –Y disculpe usted la broma. Que nos disculpen las damas, pero el humo es imprescindible para verlo todo claro en la vida.
Echa una ojeada al otro sector.
O: -Veo que las damas se han encariñado del doctor.
Mal disimulado gesto de fastidio de Agustín.
A: -Fume compadre, fume y charlemos.
O: -Me decía usted que es artista. Cantante de tangos, si no me equivoco.
A: -Sí, sí. La fama todavía no ha golpeado a mi puerta, pero está ahí nomás, es cuestión de esperar. , ehemmmmm. Los empresarios son algo sordos, en estos días.
O: -Espere, espere, querido amigo, pero procure hacerlo a unos pasos de distancia. A mí la fama me golpeó de repente y me dejó la nariz chata, como se puede ver.
I: (a Agustín) –Como desee, compadre, aunque esto de la charla no me va mucho, soy más bien un hombre de acción, ¿ me entiende?
O: -Conque es usted un hombre de acción, amigo Irre.
A: (burlón) –Ah, mire usted. Pensé que era de nacimiento.
HI: (a Olegario) –Efectivamente.
O: -Temo a los hombres de acción, no me permiten ni respirar. Donde está una buena mesa y una larga sobremesa, que se quite todo. Les invitaría a cenar conmigo esta noche, pero me siento muy cansado.
I: -¡Ah! Bueno, en cambio a mí, me es imprescindible como el aire, la inactividad me atrofia, ¿me entiende?(*)
O: -Si me disculpan, voy a tomarme un baño y cenaré solo en mi habitación. Les invito a desayunar mañana.
Estrecha las manos de ambos.
A: -Bueno, amigo. Vaya nomás. Un gusto.
O: -Encantado de conocerles, y atiéndanme a estas damas.
I: -Un gustazo, amigo, vaya tranqui, nomás.
Olegario se dirige a las señoras:
O: -Ustedes me disculparán, pero mi obesidad me obliga a descansar con frecuencia.
Filo y Matilde sueltan por un momento a los hasta ahora prisioneros de sus cotorreos. Irre y Agustín se unen al grupo de las damas y el doctor. Brunelli desaparece, y el conserje, considerando todo bajo control, hace una seña al botones. Se retiran.


ESCENA B : Dr. Filidor, Filo, Matilde, Irre y Agustín.

El doctor Filidor se dirige a los caballeros.
M: -Me debo disculpar con usted, Sr. Irreverente. Me desparramé sobre usted, pero la angustia, ¿sabe?
I: -Faltaba más, bella dama, no hay motivo para ello.
Dr.: -Les decía a las damas, que la angustia existencial se calma con el fuego del amor, que todo lo consume.
F: -¡Ay, sí! ¡El dr. sabe tanto de estas cosas!
Dr. : -Ellas están de acuerdo. ¿Lo están ustedes, caballeros?
F: -¡El amor! ¡El amor! Esa esencia escanciada en primavera...
A: (ya decididamente molesto) –Sí, sobre todo el dinero se consume, con ese cuento del amor.
Filo le da un codazo:
F: -¡Agustín!
A: -Ay, Filo, dejáte ya de pavadas.
I: -¿Cuento? No, compadre, el amor es el alimento del alma, del espíritu, de la mente, de...
Dr.: -Querido amigo. Veo que es usted un romántico incurable. Algún desengaño amoroso quizá. Vaya, vaya. La discusión se pone interesante.
M: -Sin embargo, cuantos más desengaños, uno aprende. Dígamelo a mí Yo he amado a muchos hombres en mi vida.
A: _Puede ser algún que otro. Las mujeres no aprecian a un caballero como yo.
Después mira a Matilde. Ya habla de otra cosa:
A: _Disculpe, señorita, eso que usted dijo, en mi barrio se llama de otra forma.
La voz de nicotina se enronquece más.
M: _¿Disculpe?
O: -Las mujeres le harán caso, querido amigo, si usted aprende a tratarlas.
M: -Quizá usted no sabe mirar.
A: (la voz se apacigua) –Yo no sé mirar, ¿y qué quiere decir con eso?
M: -Que quizá tiene el amor delante suyo y no se da cuenta.
Los ojos desmantelados de maquillaje de Matilde, pretenden corroborar la insinuación con la mirada. Pero como no ve bien, no mira a los ojos a Agustín, mira quizá el sombrero que lleva puesto y hace cálculos, pero la mirada es absurdamente tonta.
Irreverente no quiere perder posiciones frente a una mujer aparentemente tan apasionada y liberada.
I: -Mmmmmmmm, ¿y en su corazón, le queda lugar para algún otro? ¿Todavía puede abrir su corazón a las delicias del romance?
La mirada supuestamente seductora, (más parece adormilada) se clava en Irre. En algún punto de Irre.
M: -Siempre, Irre. Mi corazón es flexible y tierno como un capullo.
Dr.: -Si me permiten, mañana les dejaré leer algunas páginas de mi “Tractatus filosoficus estética mulieris”
F: -¡Ay, Dr., con mucho gusto!
Dr.: -Les aseguro que allí encontrarán el elixir de la eterna felicidad.
A: -Este doctorcito ya me está cansando, ¿qué te metés a leer cosas raras, Filo?
M: (nunca quiere quedarse atrás) -¿Leyó usted el tratado griego de “El secreto de la genitalidad femenina en la mujer del siglo XIX”?
Dr.: (ni la escucha) –El universo explicado...
F: -No hablés, Agus. Siempre celoso, vos.
Dr.: -Sería un placer invitarlas a cenar esta noche.
A: (refunfuña) –Sólo por tener título ya te dejás impresionar.
F: -¡Calláte que te va a oir! (codazo y pisotón, sonrisa de ángel)
Dr.: -Tengo mesa reservada. Los caballeros están también invitados, si no queda otro remedio.
M: -Encantadísima.
I: -Un placer.
F: -Cuente con nosotros, doctor.


(*) Al releer esto, se me ocurre que cada vez que Irre hable de aire o de cosas sanas, le agarre el ataque de alergia, por ejemplo.